Alwaght- Durante las últimas décadas, Afganistán sigue hundido en una crítica y grave situación. Las precarias condiciones económicas y de vida, el fracaso en reconstrucción de las infraestructuras, el aumento de la pobreza y desempleo, la crisis de inmigración, la producción y tráfico de drogas, la inseguridad, el incremento del poder del grupo Talibán (que ahora controla grandes zonas del norte y sur del país), la presencia de grupos afiliado a la banda terrorista Daesh en algunas provincias, como Nangarhar, las diferencias entre el presidente Ejecutivo de Afganistán, Abdolá Abdolá, y el presidente del país, Ashraf Qani, así como la inminente crisis por la expiración del acuerdo de unidad nacional son unos asuntos que han creado muchos desafíos para este país.
Sin embargo, los principales retos para el gobierno afgano son dos asuntos: uno es dialogar o luchar contra Talibán y, el otro, legitimar el gobierno de unidad nacional.
Negociaciones con Talibán
El grupo terrorista Talibán a petición de Afganistán, Paquistán, China y EEUU participó en cuatro rondas de negociaciones de paz con el gobierno afgano, pero antes de la quinta, publicó un comunicado en el que declaró su negativa a presentarse en la nueva ronda porque no se habían concretado sus demandas acordadas en las ediciones de diálogos anteriores. Este grupo terrorista, enfatizando sus condiciones previas, ha dicho que la salida de las fuerzas extranjeras de Afganistán, la celebración de elecciones libres, el cambio de la Constitución, la eliminación del nombre de Talibán de la lista negra de la ONU, la liberación de sus prisioneros y etc. son los principales asuntos que coadyuvarán a establecer la paz y seguridad en este país.
Por otra parte, Talibán casi un mes después de la publicación de este comunicado, anunció su intención de iniciar la "ofensiva de primavera" denominada “Operación Omari”. Aunque los talibanes no pudieron obtener sus objetivos en la mayoría de las zonas, todavía continúan sus operaciones y, en realidad, las conversaciones de paz se han convertido en un instrumento para legitimar al grupo terrorista Talibán.
En tal situación, el gobierno e institutos de seguridad de Afganistán quieren derrotar a los talibanes. El presidente afgano, Ashraf Qani Ahmadzai, adoptó esta postura dos días después de la explosión en Kabul, frente a la Dirección Nacional de Seguridad y cerca del Ministerio de Defensa de Afganistán. Este bombardeo dejó 67 muertos y 347 heridos.
A pesar de la nueva política del gobierno afgano ante Talibán, parece que la lucha contra este grupo terrorista no es prioridad para el gobierno. Mientras que los talibanes ganan batallas en las zonas del norte, como las provincias de Kunduz, Faryab, Jawzjan, y las zonas del sur, como Nangarhar, Helmand, Zabul, Kandahar, las tensiones continúan entre las autoridades afganas sobre el poder y todavía no han podido establecer la seguridad incluso en Kabul.
De hecho, dicha explosión en Kabul ha mostrado que los talibanes no quieren establecer relaciones pacíficas con el gobierno afgano y, en esta situación, el establecimiento de la paz en este país no será posible.
La situación del Gobierno de unidad nacional
Se puede considerar la legitimidad del Gobierno afgano de unidad nacional como otro desafío fundamental para Kabul. Aunque el acuerdo de formar ese Gobierno había sido un gran paso para resolver la crisis política y prevenir una guerra civil en Afganistán, las disposiciones del reglamento siguen sin cumplirse después de 20 meses a partir del inicio del Gobierno de unidad nacional, incluyendo el artículo sobre la celebración de un Loya Jirga con el fin de modificar la constitución y crear el puesto del canciller ejecutivo. (Loya Jirga es el nombre que se da en Afganistán a una gran asamblea de los grupos étnicos internos).
Estaba previsto que después de la formación del Gobierno de unidad nacional se celebrara un Loya Jirga que cambiaría la estructura política del país de sistema presidencial a parlamentario y legalizaría el puesto del primer ministro. Mientras que finalizadas sus labores tres meses y medio después, el mandato del actual Gobierno de coalición de Afganistán, el presidente Ashraf Qani y el presidente ejecutivo Abdolá, todavía no han elegido a encargados para dirigir algunos ministerios ni tampoco para el sistema de seguridad del país. Además, debido a la falta de fondos y la gestión inadecuada es posible que se retrasen las elecciones parlamentarias de Afganistán, previstas para septiembre de 2016.
Conclusión:
Se puede decir que las negociaciones de paz entre el Gobierno afgano y los talibanes han llegado a un punto muerto, ya que el grupo armado recientemente volvió a atacar Kabul. El presidente afgano no solo ha sido incapaz de lograr la paz con el grupo insurgente e incorporarlo en el sistema político, sino que también ha perdido el control de grandes partes del país. Además, por primera vez en la última década, Talibán ha ocupado grandes e importantes ciudades de Afganistán y, al mismo tiempo, ha intensificado sus ofensivas como se evidencia en la serie de ataques en la denominada la “operación Omari” en homenaje al fundador del grupo, Mulá Mohamed Omar.
Por consiguiente, el Gobierno afgano ha perdido la posibilidad de establecer la paz y, como el resultado, la guerra está extendiéndose en Afganistán. A pesar de todos los costes y esfuerzos, se vieron fracasados ambos planes, de combatir a los talibanes y de negociar con ellos. Así que en este momento, Ashraf Qani se queda con solo una opción que es el diálogo con los talibanes, contando con las capacidades internas de Afganistán y el respaldo de los partidos políticos de la misma línea en lugar de las fuerzas extranjeras y Paquistán.
Por otra parte, la cuestión de la legitimidad del Gobierno de coalición, especialmente después de terminado el tiempo del pacto de coalición entre Ashraf Qani y Abdolá, dentro de tres meses, se convertirá en un desafío significativo para el futuro de la paz y seguridad en Afganistán. Las partes de la indicada coalición advierten de que la legitimidad del Gobierno actual cesará con las elecciones parlamentarias y se reiniciará la crisis política en Afganistán, así que la única opción para cambiar el vaticinio para por modificar el sistema electoral y celebrar los comicios a mediados del año en curso.