Alwaght- Transcurridos cinco años de la Revolución de Libia, este país sigue en medio del caos debido a la falta de un fuerte gobierno central. Desde el año 2014, rigen en Libia dos gobiernos con sendos parlamentos que se consideran a sí mismo legítimos y alegan luchar contra los rebeldes y terroristas. Con la prolongación de los conflictos y la inestabilidad en este país africano, los representantes de ambos gobiernos (uno instalado en Tobruk y el otro en Trípoli) celebraron varias rondas de negociaciones bajo el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y después de largas reuniones de los dos parlamentos firmaron en diciembre un documento sobre un Gobierno de Unidad que se formó el 15 de febrero.
Faiez Serraj, impulsado como primer ministro por la propia ONU, anunció su gabinete con 13 ministros y 5 asesores. El gobierno de Serraj se instaló temporalmente en Túnez y a pesar de los sabotajes del Gobierno de Trípoli, los ministros del Consejo Presidencial llegaron la semana pasada en un barco a Libia.
Debido a la inestable y complicada situación en Libia, el Gobierno de Unidad enfrenta importantes desafíos en este país. En otras palabras, aunque el Gobierno de Unidad es resultado de meses de negociaciones entre los grupos libios, no cuenta con el apoyo de todas las partes involucradas en el conflicto, por lo que tiene por delante serias oposiciones a la hora de llevar a cabo sus labores.
En el momento actual, pese a haber una mayor voluntad por parte de los grupos internos y extranjeros para poner fin a la inestabilidad, las enormes discrepancias y la dependencia de algunas partes de las potencias extranjeras han dificultado de forma considerable la formación del Gobierno de Unidad.
De acuerdo con algunos políticos libios, el anuncio apresurado de la formación de un gobierno de unidad antes de tomar las medidas preparatorias como la disolución de los parlamentos de Tobruk y Trípoli es un error estratégico que generará grandes obstáculos en el camino de este gobierno que tiene la misión de dirigir el país durante un periodo de transición que durará dos años.
Por otra parte, la independiente élite política de Libia opina que la formación de un gobierno con la intervención de las Naciones Unidas, la Unión Europea (UE) y las potencias occidentales y algunos países regionales como Turquía y Catar viola la libertad, independencia y soberanía nacional de los libios y da lugar a un ‘colonialismo invisible’ en este país.
Asimismo, los expertos políticos libios advierten de que una inapropiada e injusta distribución de los puestos gubernamentales entre los grupos libios dentro del Gobierno de Unidad pondrá en serio peligro el futuro político del país e incluso puede llevar a Libia hacia la federalización y la división en tres estados distintos (Cirenaica en el este, Fezán en el sur y Trípoli en el norte).
Además, el Gobierno de Unidad tiene que hacer frente a grandes problemas estructurales, como la eliminación de las antiguas estructuras militares y de seguridad en el país.
Por otra parte, uno de los factores más importantes para el éxito de un gobierno en la inestable región de Oriente Medio es contar con un ejército fuerte. Durante nueve meses de guerra que dieron lugar al derrocamiento del régimen del exdictador Muamar Gadafi, el Ejército de Libia perdió la mayor parte de su integridad y poderío militar. Actualmente, los únicos militares que alegan ser nacionalistas y cuentan con el apoyo internacional son las fuerzas del general retirado Jalifa Haftar. Sin embargo, estos militares no cuentan con el respaldo de algunos grupos libios como los Hermanos Musulmanes y los milicianos de Fayr en Trípoli.
Mientras Libia carece de un ejército poderoso, moderno y nacional, el gabinete de Serraj tiene otro desafío, es decir, los fuertes grupos terroristas que operan en el país norteafricano. Según las estadísticas, en el momento del derrocamiento de Gadafi existían entre 100 y 300 grupos paramilitares en Libia con unos 125 mil miembros, pero el número de estas milicias aumentó a cerca de 1600 en 2014 y a 1700 en 2015. Además, importantes organizaciones terroristas como Daesh y Al-Qaeda tienen actividad intensa en Libia.
El Gobierno de Unidad de Libia enfrenta importantes desafíos como la eliminación de las estructuras militares y de seguridad y la presencia de los poderosos grupos paramilitares y terroristas, pero al mismo tiempo tiene grandes oportunidades y ventajas como el apoyo de la comunidad internacional y de la mayoría de los libios lo que puede ayudarle a conseguir sus objetivos en el tenso periodo de transición. De todas maneras, la formación del Gobierno de Unidad fue la única vía para atravesar por la crisis actual e impedir que Libia tenga un destino similar al de Somalia, por lo que todos los grupos tienen que apuntalar este gobierno, ya que la continuación de la peligrosa situación actual no favorecerá a ninguna de las partes. El aumento de la inestabilidad y el terrorismo en Libia es una seria amenaza para los países europeos y países vecinos como Egipto y Túnez. Por lo tanto, a pesar de haber grandes desafíos y problemas, la formación del Gobierno de Unidad de Libia se ve como un importante paso para restaurar la paz y estabilidad en el país.