Alwaght- Los canales saudíes Al-Arabiya y MBC han emitido recientemente vídeos para empañar la imagen del secretario general de Hezbolá, Seyed Hasan Nasrolá, pero tuvieron reacciones contrarias.
La cadena Al-Arabiya, con sede en Dubái, emitió un documental sobre el secretario general de Hezbolá que en lugar de eclipsar la imagen de Seyed Hasan Nasrolá destacó su labor ante la opinión pública. El rey saudí, Salman bin Abdelaziz, destituyó inmediatamente al director general de esta red televisiva, Turki al-Dajil, bajo las presiones de los wahabíes extremistas. Esos últimos alegaron que Al-Dajil había recibido soborno por parte de algunos personajes influyentes iraquíes para emitir este documental. Al-Dajil rechazó las acusaciones pero los wahabíes extremistas insistían en que el documental había elevado la credibilidad del líder libanés.
Las presiones aumentaron hasta un punto que algunos takfiríes exigían la ejecución de Al-Dajil por su “gran traición”. Es posible que Al-Dajil sea llevado ante la justicia. El canal MBC divulgó el otro video, de carácter cómico y, al parecer, rodado por un iraní desconocido. No muy lejos de las expectativas, el mundo árabe reaccionó a esas películas y muchos condenaron la caída moral de esas cadenas. Desgraciadamente, el sionismo y el wahabismo están azotando el mundo árabe, más bien el mundo islámico. Ambos flagelos están golpeando las naciones musulmanas paralelamente.
El wahabismo y el sionismo no toleran la existencia de un personaje destacado en la resistencia islámica como Seyed Hasan Nasrolá y adoptan medidas paralelas para dañar su imagen. ¿Por qué Arabia Saudí ahora tiene en su mira al secretario general de Hezbolá? ¿Cuáles son los objetivos detrás de estas medidas? Es obvio que Arabia Saudí no ha escatimado ningún esfuerzo en los últimos cinco años para derrocar al Gobierno de Damasco y erradicar el Eje de resistencia Islámica. Pero la exitosa presencia militar de Hezbolá en Siria ha acabado con los planes desestabilizadores de los Al Saud.
Los recientes avances de las fuerzas armadas sirias y Hezbolá en las regiones norteñas de Alepo y la toma del control de las localidades estratégica de Nobel y Zahra fue un gran fracaso tanto para EEUU, Arabia Saudí y Turquía como para el régimen israelí y Catar. Arabia Saudí, que está llevando a cabo planes desestabilizadores en el Oriente Medio en nombre del régimen israelí y EEUU, ha brindado un apoyo financiero de más de 36 mil millones de dólares a los grupos terroristas Yeish al-Islam, Daesh y Frente Al-Nusra desde hace cincos años, cuando inició la crisis siria.
El establecimiento de una tregua por parte de dos potencias mundiales y actores clave en la crisis siria, es decir EEUU y Rusia, sin consultar con los actores regionales ha irritado a los países como Arabia Saudí y Turquía.
El reciente viaje en secreto del ministro saudí de Asuntos Exteriores, Adel al-Yubeir, a los territorios ocupados palestinos, y sus reuniones con el premier ministro del régimen israelí, Benyamin Netanyahu, el ministro israelí de asuntos militares, Moshe Yaalon y el jefe de Mossad se realizaron en el marco de las consultas entre Riad y Tel Aviv para crear un nuevo caos y desintegrar a Siria.
Quizá la iniciativa bajo la manga de EEUU llamada el plan B para una intervención militar en Siria y desintegrar este país en 3 partes, para los alauíes, suníes y cristianos, sea el último esfuerzo de los actores implicados en la crisis siria para eliminar a Siria y Hezbolá del Eje de la Resistencia. Por eso los medios saudíes intentan empañar la imagen de los líderes de Hezbolá que gozan de más popularidad, pero actuaron de un modo torpe y apresurado. El difunto poeta sirio y uno de los críticos de los regímenes reaccionarios árabes, Nizar Qabbani, creía que los regímenes árabes se están destruyendo a sí mismo y no pueden recupera su fuerza. En su opinión, los países desarrollados deben definir modelos de gobierno para que estos regímenes puedan dirigir sus respectivos países.
El problema es que Riad se ha convertido en un régimen destructor que está perjudicando los intereses del mundo árabe y los de los musulmanes. En lugar de resolver las crisis de las naciones islámicas, los Al-Saud buscan el colapso del Eje de Resistencia Islámica. La matanza de los yemeníes, iraquíes y sirios y el uso de los grupos terroristas por parte de la monarquía muestran una perspectiva peligrosa para el futuro de una región caótica como el Oriente Medio. Los recientes planes contra el Eje de Resistencia Islámica en El Líbano, en los que Riad está desempeñando un papel clave, y la intensificación de las propagandas mediáticas del régimen saudí contra el secretario general de Hezbolá indican que hay nuevos complots destinados a erradicar el Eje de Resistencia Islámica.
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