De conformidad con cualquier estándar internacional, la sociedad saudí registra una de las mayores cifras de violaciones de derechos humanos a nivel mundial. La familia real saudí con una ideología dogmática y radical se presenta como el único y eterno dueño del país.
Durante los últimos 50 años, más de 5000 personas han sido decapitadas por orden de la justicia saudí, entre los cuales solo se encuentran dos miembros de la familia real. Esto sucede mientras abundan los casos de delitos económicos, sociales, religiosos, políticos y relacionados con la droga entre los príncipes saudíes. Por otra parte, las mujeres en Arabia Saudí son consideradas ciudadanas de segunda clase y sufren diversos tipos de discriminaciones durante su educación, actividades sociales y políticas. Durante las últimas elecciones municipales en Arabia Saudí, donde las mujeres por primera vez en la historia pudieron acudir a las urnas para emitir su voto, tan solo 130 mil mujeres se inscribieron para votar frente a los 1,3 millones de hombres, lo que muestra la baja participación de las mujeres en la política.
Además, el gobierno ha impuesto grandes restricciones a la libertad de expresión respecto a las actividades de prensa. Las autoridades controlan fuertemente los medios de comunicación para que no actúen contra el régimen totalitario saudí. Por otra parte, conforme a la Constitución saudí, todos los ciudadanos tienen que profesar el Islam suní y wahabí, mientras en otros países islámicos existe una libertad religiosa y se respetan todas las creencias.
Asimismo, los 6 millones de trabajadores extranjeros en Arabia Saudí no pueden materializar sus derechos mínimos. Las mujeres inmigrantes en este país a menudo son objeto de abusos sexuales, físicos y morales, mientras ninguna ley saudí les protege.
Por otro lado, el régimen de Riad está cometiendo crímenes de lesa humanidad en otros países del mundo. Además de apoyar a los terroristas que operan en Siria, los saudíes están llevando a cabo una agresión militar contra Yemen so pretexto de restaurar en el poder al presidente fugitivo yemení Abdu Rabu Mansur Hadi. Como consecuencia de los ataques aéreos saudíes con los aviones F-15 estadounidenses, miles de personas perdieron la vida y debido a una grave crisis humanitaria, el 80 % de los ciudadanos yemeníes se han visto afectados. El régimen saudí también apoyó al golpe de Estado en Egipto, donde más de mil personas murieron y otras 40.000 fueron encarceladas. Los saudíes ya han gastado más de 5 millones de dólares para mantener en el poder al líder del golpe Abdel Fatah al-Sisi.
Al mismo tiempo que el grupo terrorista Daesh difundió un gran pánico en el mundo con la decapitación del periodista estadounidense James Foley, 19 personas fueron decapitadas en Arabia Saudí. Ahora hay que preguntarnos ¿por qué el mundo condena enérgicamente los crímenes de Daesh y Talibán, pero se hace de la vista gorda ante el origen de los pensamientos de tales grupos terroristas?
Primera respuesta: El Occidente es dependiente del petróleo y gas de Arabia Saudí y por otro lado mantiene lucrativos acuerdos de venta de armas con este país árabe y sus aliados regionales.
Segunda respuesta: De todas maneras, la mayoría de los ciudadanos saudíes no quieren el pluralismo religioso, por lo que el mundo tiene que apoyar a una minoría que defienden la libertad religiosa en Arabia Saudí. Las autoridades saudíes castigan severamente a cualquier persona que hable sobre nuevas ideas para desafiar la situación actual en el país. Un ejemplo de esta represión es la sentencia de pena de muerte contra el prominente clérigo chií Nimr Baqer al-Nimr. La comunidad internacional debe ejercer una mayor presión al régimen saudí para obligarle a respetar la libertad de pensamiento y de expresión.