Se trata de la segunda mayor ola migratoria que Turquía experimenta desde la década de 1990, informó el diario turco.
Decenas de miles de personas sólo abandonaron sus casas en Diyarbakir (sureste), donde los ciudadanos comparan la situación reinante en el sur del país con un campo de batalla, con constantes cortes de agua y electricidad, escasez de alimentos, enfrentamientos diarios y manifestaciones antigubernamentales, entre otros.
Las autoridades proclamaron el toque de queda en varios distritos poblados por kurdos, en particular, en varios distritos de la ciudad de Diyarbakir (sureste), la provincia de Sirnak (sureste) así como la provincia de Mardin (sureste), donde continúan los choques callejeros entre los militares y los miembros del PKK.
Los choques diarios, las redadas nocturnas y el toque de queda para los ciudadanos turcos en las regiones sureñas, se produjeron tras el aumento de las operaciones del Ejército de Turquía contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en sus iniciales turcas) el pasado mes de julio.
En las últimas semanas, Turquía ha sido escenario de marchas en apoyo a los ciudadanos kurdos, mientras aumentan las tensiones entre el Gobierno de Ankara y el PKK.
Sin embargo, la policía turca dispersó con gases lacrimógenos y cañones de agua a miles de manifestantes que denunciaban en distintas ciudades la política del presidente Recep Tayyip Erdogan, y la represión contra los kurdos.
En un momento en que los medios de comunicación oficiales informan del éxito de las operaciones antiterroristas del Ejército turco y de la muerte de decenas de miembros del PKK, el pro-kurdo Partido Democrático del Pueblo turco (HDP, por sus siglas en turco), ha anunciado que al menos 31 civiles han perdido la vida en la ola de represión.