De hecho, el desplazamiento de varias unidades del Ejército turco acompañadas por “vehículos militares” a la región de Bashiqa, en el norte de la provincia iraquí de Mosul, so pretexto de entrenar a las fuerzas peshmerga del gobierno regional del Kurdistán iraquí, se considera una de las medidas adoptadas por Ankara para concretar su sueño.
Ante el despliegue de las fuerzas turcas en el norte de Irak, el presidente del país árabe, Fuad Masum, acusó al gobierno de Ankara de violar las normas y el derecho internacional.
Por su parte, el primer ministro de Irak, Haidar al-Abadi, fijó un tiempo límite de 48 horas para la salida de las tropas turcas del territorio iraquí, y advirtió de las reacciones de Bagdad en caso de desobediencia. No obstante, Turquía se negó a cumplir con la exigencia de Bagdad.
El mutismo de los países occidentales, en concreto de EEUU, ante el despliegue de las fuerzas turcas dentro del territorio iraquí es uno de los aspectos más complejos que abordamos en el marco de este caso. ¿Cómo es que el Occidente otorga a Ankara el derecho de defender su espacio terrestre y aéreo con respecto al derribo del avión de ataque Su-24 ruso, que según Turquía había violado por unos segundos su soberanía aérea, mientras niega el mismo derecho al gobierno de Bagdad cuando este denuncia una invasión de fuerzas turcas a su territorio?
Además del silencio del Occidente, tanto de gobiernos como de de entidades internacionales, el futuro del país árabe está bajo la sombra de intenciones sospechosas de las autoridades turcas, que buscan desempeñar un papel más importante en las provincias iraquíes de población suní. Sin duda alguna, la presencia de las fuerzas turcas en el norte de la provincia de Nínive (cuya capital es Mosul) y otras bases militares en las zonas kurdas, podría crear discrepancias entre los kurdos y el gobierno central de Bagdad. En la historia contemporánea de Irak se ve con frecuencia intentos turcos para dominar los yacimientos de petróleo en el norte de Irak, en concreto en las zonas de Kirkuk y Mosul.
Para estar al tanto de las amenazas que entraña la presencia del Ejército turco en el norte de Irak, los kurdos del país árabe nada más tienen que dar una mirada a los acontecimientos de las últimas décadas. Entre los años 1994 y 1996, mientras los kurdos de Irak estaban involucrados en una guerra civil, las fuerzas turcas entraron en el territorio iraquí a petición del Partido Democrático del Kurdistán iraquí con el objetivo de apoyar a las fuerzas de Masud Barzani. Han trascurrido muchos desde el fin de ese enfrentamiento, no obstante, Turquía no ha retirado sus tropas de la zona, pese a las reiteradas peticiones de las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí. En los siguientes años, en concreto desde el año 2003, la Aviación turca ha matado a un gran número de civiles iraquíes, incluidos militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo) a lo largo de las fronteras que comparten estos dos países vecinos.
Una vez que las fuerzas del grupo terrorista de Daesh ocuparon los territorios de Irak y Siria, el gobierno de Ankara retiró su apoyo a los kurdos del país árabe; sin embargo, ahora ¿Cómo es que el Ejército turco justifica su presencia en Irak y alega que quiere entrenar a las fuerzas kurdos ante la amenaza de Daesh?
En realidad, la presencia militar de Turquía en Irak no solo puede poner en peligro el futuro político y los intereses de los kurdos en la región de Oriente Medio, sino también la solidaridad entre los iraquíes, pues Ankara aboga por crear una región autónoma suní en las provincias de Nínive, Diyala y Salah al-Din.
Por su parte, las autoridades de Bagdad están al tanto de las malas intenciones de Ankara y han rechazado las alegaciones de las autoridades turcas sobre supuestas coordinaciones con Irak respecto al despliegue de sus tropas y el objetivo.
“Si las fuerzas turcas no abandonan el suelo de Irak en 48 horas, Ankara debe esperar cualquier tipo de reacciones de Bagdad (…), ya que Irak tiene el derecho a utilizar todas las opciones disponibles”, enfatizó el domingo el premier iraquí, Haidar al-Abadi.
"La entrada de las fuerzas turcas en el territorio iraquí es un acto rechazado, ya que fue adoptado sin el permiso de Bagdad, y desafiamos a Turquía a que muestre, si tiene, los documentos que evidencian que el Gobierno iraquí solicitó a Ankara desplegar tropas en su suelo", afirmó el lunes Al-Abadi tras una reunión con el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank Walter Steinmeier, en Bagdad, capital iraquí.
En otra parte de sus declaraciones, ha hecho hincapié en la necesidad de detener el contrabando de petróleo iraquí que Daesh realiza a través de suelo turco.
Pese a que se ha llamado a la mediación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los medios de comunicación turcos estiman que Ankara planea instalar una base en esa zona. “Turquía está estableciendo una base en la región Bashiqa de Mosul con 600 soldados”, notificó el diario turco Hurriyet.