Alwaght- Los recientes atentados terroristas en París han sido solo una muestra de las hostilidades de Daesh en el mundo, pero fueron suficientes para mostrar a los europeos la importancia de la participación en la lucha contra este grupo terrorista. Rusia y Estados Unidos ya habían tomado parte de esta lucha. La internacionalización de la crisis de Daesh es la consecuencia de la falta de una fuerza común en el Oriente Medio, debido a la diferencia de intereses de las potencias regionales. De hecho, la discrepancia entre los objetivos del triángulo Irán, Arabia Saudí y Turquía, como las tres principales potencias regionales implicadas en las crisis de Irak y Siria, han causado que estos países no puedan lanzar una presión apropiada para tomar el control de las situaciones.
Mientras Turquía sueña con el derrocamiento del presidente sirio, Bashar al-Asad, y la debilidad de la comunidad kurda, Arabia Saudí prioriza la salida de Al-Asad y no da mucha importancia al caso de los kurdos. A pesar de algunas discrepancias, estos dos países coinciden en la necesidad de apartar al actual mandatario sirio del poder. Sin embargo, Irán, además de priorizar la lucha contra Daesh, como una seria amenaza para los chiíes, busca otros objetivos en Siria. El derrocamiento del Gobierno de Al-Asad dañará las conexiones entre Irán y el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), lo que afectará gravemente las políticas regionales del país persa. Por lo tanto, Teherán prioriza el apoyo a Al-Asad en paralelo a los esfuerzos para neutralizar la amenaza de Daesh contra su seguridad nacional.
Esta desigualdad de intereses provoca la falta de una respuesta unificada a la amenaza de Daesh por parte de las potencias del Oriente Medio, lo que allana el terreno para la intervención de las superpotencias occidentales en las crisis de la región. Con la participación de Europa en los ataques contra Daesh en Siria e Irak, aparece otro triángulo de potencias en la región, formado por actores de fuera del Oriente Medio. Rusia, Estados Unidos y Europa, con diferentes intereses de por medio, han tomado parte de la lucha contra el grupo terrorista Daesh. EEUU ve al Oriente Medio como parte de sus intereses vitales y considera de mucha importancia ayudar a sus aliados regionales y garantizar la seguridad del régimen de Israel, pero también busca la salida de Al-Asad, un importante aliado de Irán y Rusia y un fuerte enemigo de Israel.
Por otra parte, Europa intenta resguardarse de las consecuencias de las crisis en el Oriente Medio y aunque parece seguir las políticas estadounidenses contra el actual Gobierno sirio, prioriza la erradicación de Daesh, sobre todo después de los últimos atentados terroristas en el país galo.
En otras palabras, Europa aboga por la rápida y completa eliminación de los grupos terroristas, mientras que Estados Unidos prefiere la prolongación de los conflictos en la región y la debilidad de los países del Oriente Medio y la creación de un equilibrio entre Irán, Turquía y Arabia Saudí, así como el aumento de la venta de sus armamentos en la zona. Sin embargo, Rusia mantiene una actitud más parecida a la de Irán. Moscú considera al actual Gobierno sirio como una oportunidad para aumentar su presencia en la región para hacer frente a Washington.
Al final, combinando los seis lados de estos dos rectángulos de las potencias regionales e internacionales nos resulta un hexágono de actores políticos que en lugar de unificar las fuerzas y objetivos para cercar al terrorismo y el extremismo, se parece más a un polígono irregular, con seis lados totalmente diferentes que solo coinciden en la importancia de luchar contra el terrorismo y el extremismo. En realidad, para restaurar la estabilidad y paz en la región, en primer lugar se debe formar una coalición equilibrada entre las potencias regionales e internacionales. Si se forma esta coalición equilibrada, se resolverá la crisis de Siria y se garantizarán los intereses nacionales de las potencias que forman parte de esta coalición. Pero, de lo contrario, la región seguirá viviendo en crisis debido a la falta de equilibro entre las potencias.