Alwaght- Los marines y las fuerzas especiales del Ejército estadounidense se dedicaron durante 9 años a cazar a los integrantes de Talibán en Afganistán. Su misión cambió el año pasado. Les dijeron que ya los talibanes no eran el blanco de los ataque, a menos que se trate de una excepción. A partir de entonces, ha crecido considerablemente la cifra de los civiles afganos muertos.
En paralelo con la reducción de la presencia militar de EEUU en Afganistán, han aumentado las víctimas mortales de los ataques de Talibán, el hecho que indica que la Casa Blanca encara opciones difíciles para poner fin a la más prolongada guerra de la historia de EEUU. Hay una pregunta sencilla sobre Talibán teniendo en cuenta que este grupo apoyó a Al-Qaeda tras los atentados del 11 de septiembre (de 2001), pero nunca atacó los objetivos occidentales fuera de Afganistán: ¿Este grupo podría considerarse como una organización terrorista? La respuesta es siempre y cuando el Gobierno afgano trate de reanudar los diálogos de paz con Talibán.
Según un funcionario militar estadounidense en Afganistán, "si Talibán no amenaza a las fuerzas de EEUU o a las de la coalición, no respalda directamente a Al-Qaeda o no representa una amenaza estratégica (para los soldados afganos), nuestra meta principal será garantizar la seguridad de los militares estadounidenses y apoyar a los afganos".
Esta postura ha hecho que Afganistán vuelva a experimentar la situación que tenía antes de la guerra. Sin embargo, según las autoridades militares, no se puede decir hasta qué nivel esta política ha causado el aumento de los actos violentos de Talibán. Tal y como anuncia el portavoz de la OTAN en Afganistán, Wilson Shoffner, en los primeros siete meses de 2015, los ataques de Talibán han disminuido un 9% en comparación con el mismo periodo del pasado año, mientras la representación de la ONU en el país asiático asegura que el número de los civiles muertos o heridos en el primer semestre del año en curso ha aumentado en un 78 por ciento.
Actualmente, las fuerzas especiales de EEUU atacan las posiciones de la Red Haqqani, un grupo afiliado a Talibán que opera en el este de Afganistán. El bastión de este grupo se encuentra en las regiones tribales de Paquistán y mantiene contactos con Al-Qaeda.
El nuevo despliegue de las fuerzas especiales y el cambio de su misión es fruto de la fuerte reducción de los militares estadounidenses en Afganistán. Obama ha prometido que tras abandonar el poder en 2017, solo mil soldados se quedarán en Afganistán. Eso ocurre mientras 101 mil fuerzas estadounidenses estaban presentes en Afganistán cuando había intensos enfrentamientos en el país asiático, es decir en 2011. La continuada reducción de la presencia militar estadounidense ha conducido también a los cambios tácticos. Por ejemplo, los helicópteros ya no realizan ataques y que ya no existen las redadas nocturnas que EEUU solía llevar a cabo en el pasado. Todos han sido sustituidos por las ofensivas aéreas. Por otro lado, la prioridad del Ejército de EEUU ya no es matar a más talibanes, sino asesinar a los líderes destacados del grupo.
En las nuevas condiciones, la guerra ha vuelto a la capital afgana. En los últimos tres meses, la explosión de las bombas colocadas al arcén de las carreteras y los ataques mortales han aumentado 40% y 6%, respectivamente. Ni siquiera la base militar estadounidense Integrity ha estado a salvo de esos ataques. El 8 del pasado agosto, los talibanes atacaron esa base con granadas y bombas caseras. Las fuerzas de la coalición respondieron la ofensiva matando a 4 de los agresores, pero también sufrieron bajas.
Quizás la presencia de Daesh en Afganistán e inciertas perspectivas de paz con los talibanes resulten que las fuerzas especiales de EEUU no sean retiradas de Afganistán incluso tras 2017. Según Shoffner, "Los que deciden en EEUU quieren la continuación de nuestra presencia militar en Afganistán para evitar lo que ocurrió en Irak".
Fuente: The Foreign Policy