Alwaght- Tras la reunión celebrada entre las autoridades saudíes e israelíes, definida por los analistas y medios de comunicación como la "nueva etapa de cooperaciones entre ambas partes", en el marco del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), se cristalizó la nueva política regional de Arabia Saudí, marcada por el apoyo de Riad al establecimiento de un gobierno independiente en el Kurdistán iraquí. La postura saudí a favor de la independencia de Kurdistán fue dada a conocer por el general Anwar Majed Eshki, en una reunión sin precedentes con un funcionario israelí. Los analistas consideran que el soporte de Riad hacia una república kurda podría ser un intento para golpear a Irán, así como a los gobiernos de Irak y Siria, considerados por Riad como aliados chiíes del país persa.
Los objetivos que persigue Arabia Saudí con este apoyo están relacionados con las evoluciones de Irak tras la caída de Sadam Husein y la llegada al poder de los chiíes en el país árabe; proceso en que un gobierno suní, desde luego, una amenaza permanente impredecible, fue sustituido por la mayoría chií. Esta situación durante la pasada década, según las autoridades saudíes, ha causado el aislamiento de la minoría suní y el aumento de la influencia de Irán en las evoluciones de Irak. Lo que importa a los saudíes en este caso no es apoyar a los kurdos, sino desintegrar Irak, reducir el papel de la comunidad chií y contrarrestar la influencia de Irán en Irak.
Según las autoridades saudíes siempre que no sea posible allanar el terreno para que un gobierno moderado suní tome el poder, sería más beneficioso que el actual sistema chií de Irak, en medio de un proceso centrado en la crisis, se desintegre y se convierta en tres estructuras políticas, o sea de kurdos, chiíes y suníes. A pesar de que dicha medida no es totalmente agradable para los saudíes, puede satisfacer una parte de sus intereses en este tiempo en que las evoluciones de Oriente Medio están progresando a favor de su rival, Irán, especialmente en campos estratégicos.
En este sentido, cabe mencionar los apoyos de Arabia Saudí a la idea de un Kurdistán independiente para presionar al Gobierno de Turquía. Las dudas de Ankara en el proyecto del derrocamiento de Bashar al-Asad prácticamente han dejado Riad solo, así que el país árabe trata de controlar las ecuaciones utilizando el caso del Kurdistán.
Respecto a la formación del Kurdistán iraquí, también se deben tener en cuenta dos puntos; Primero, el indicado plan necesariamente no se considera una decisión final del Gobierno árabe. Segundo, es probable que el plan no se realice a pesar de los apoyos de Riad ya que a nivel interior, mucho puede suceder para detener este proyecto y, a nivel regional, Arabia Saudí no tiene tanto poder para afectar los acontecimientos como otros actores.