Pese a que Estados Unidos conserva su dominio en Europa, África y Asia oriental y es reconocido como el poder más influyente, los expertos ya no lo describen como un poderío dado que ha perdido su dominación en una región de gran envergadura.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la victoria de la Revolución Islámica de Irán (1979), Washington impuso su dominación absoluta en el oeste de Asia y norte de África. Si echamos un vistazo a todas las resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad en toda la historia de la Organización de las Naciones Unida (ONU), clasificándolas como las propuestas de EEUU y las propuestas de otros países, nos daremos cuenta de que, en el primer lugar, la mayoría de las resoluciones están dirigidas al oeste de Asia y el norte de África y, en segundo lugar, el borrador de la mayoría ha sido redactado por el país norteamericano. De mismo modo, vemos que la mayoría de los institutos culturales, sociales, económicos y políticos extranjeros de EEUU se encuentran en esta región.
Asimismo, las autoridades estadounidenses realizan más visitas diplomáticas en esta parte del mundo, donde EEUU tiene desplegada una gran parte de sus fuerzas militares fuera de sus fronteras.
Por si fuera poco, el presidente de EEUU, en su discurso anual, trata de hablar, más que cualquier otro punto del mundo, de los asuntos relacionados a esta región. En cuanto a las guerras registradas, Washington ha protagonizado la mayor parte de sus operaciones militares en esta zona, donde más ha vendido armamentos. Teniendo en cuenta todos estos datos, se puede decir que el Oriente Medio es el principal índice de evaluación en lo referente al poderío estadounidense.
Superpotencia, secretos de su sobrevivencia y colapso
La duración y la sobrevivencia de una superpotencia, un país o un bloque depende de cuatro elementos: "el poder de resolver", "el poder de reunir a los aliados", "el poder de conformar los recursos" y "el poder de inhibir al rival".
Mediante el poder de resolver, una superpotencia debe acabar con un conflicto conforme a sus visiones, principios e intereses en un tiempo determinado. Con el objetivo de evitar los gastos para salvaguardar su poderío, una superpotencia debe tener la capacidad de crear lazos para luego agrupar a sus aliados ante una necesidad. El tercer elemento es el poder de conformar los recursos, así que la superpotencia debe tener la capacidad de presentar sus principios y criterios de tal manera que coincidan con los principios de otros países poderosos. Finalmente, el poder de inhibir al rival indica la capacidad de controlar o eliminar al rival con los mínimos gastos y daños.
Teniendo en cuenta todo esto, tras la victoria de la Revolución Islámica de Irán, EEUU perdió todos estos elementos en el oeste de Asia. Desde entonces, los estadounidenses no han conseguido poner fin a los conflictos regionales que atañen a Irán. Aunque el Gobierno de Washington logró convencer a muchos países para que le acompañaran en su enfrentamiento contra el país persa, no consiguió mantener esa alianza por mucho tiempo. Por eso, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, sostuvo que si el Congreso de EEUU rechaza el acuerdo nuclear entre Irán y el Grupo 5+1, Washington perderá el apoyo de sus aliados a la hora de imponer sanciones o una guerra contra el país persa.
Al mismo tiempo, EEUU perdió el poder de controlar los movimientos de su rival. Las autoridades del país norteamericano reconocieron varias veces que Irán es un país cada vez más fuerte que cuenta con nuevos aliados. Tampoco los estadounidenses pudieron gestionar el movimiento revolucionario de Hamas. De mismo modo, tras el surgimiento del movimiento popular de Ansarolá, el presidente de EEUU, Barack Obama, advirtió al Congreso del país que el diámetro de la influencia de Irán se ha extendido desde el Océano Índico hasta el mar mediterráneo.
Ni siquiera en los conflictos regionales, pudo convencer a sus aliados convergentes europeos de que sus planes están a favor de ellos. Como ejemplo, se puede citar a la desintegración de la llamada coalición de ISAF en Afganistán, un fracaso más para Washington, pues sus miembros se retiraron uno por uno.
Resumiendo, EEUU no puede recuperar los cuatro elementos de su poderío en la región sin hallar una solución para su principal problema: la República Islámica.
Análisis no documentales
Según varios análisis hechos en Irán, el Gobierno de Washington ha cambiado su enfoque hacia el oeste de Asia y norte de África y lo ha dirigido hacia un rival más importante en el este de Asia, es decir, China. No obstante, no hay ninguna señal militar o política que demuestre esta alegación.
En este sentido, Washington para salvaguardar su poderío en las próximas décadas, necesita más que nunca sus bases tradicionales en el oeste de Asia y norte de África, así que se centrará cada vez más en los acontecimientos de esta parte del mundo y en restaurar la zona que tenía bajo su dominio antes de la Revolución Islámica de Irán en 1979.
Hace unos días, la versión europea del diario estadounidense The Atlantic estudió las políticas de EEUU y Europa tras el acuerdo de Viena en tres casos:
Sentenciar un castigo por el apoyo financiero de Irán a Hezbolá de El Líbano y el Gobierno sirio.
Poner en la lista de terroristas a más milicianos chiíes, que cuentan con el apoyo de Irán.
Dar un entrenamiento más amplio a los peshmerga kurdos y suníes de Irak.
Normalización de relaciones con Irán
A medida que se avanza en el proceso del acuerdo nuclear iraní, los estadounidenses buscan normalizar las relaciones con el Gobierno de Teherán. Las repentinas peticiones del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, a su homólogo persa, Mohamad Yavad Zarif, respecto a la apertura de una oficina de intereses en Teherán es una prueba de estos intentos. Paralelamente hemos escuchado de una y otra parte que la cadena de comida rápida estadounidense McDonald's planea abrir restaurantes en Irán tras el histórico acuerdo nuclear entre Washington y Teherán. Aunque la noticia no es más que un rumor, pero los norteamericanos tratan de allanar el camino para volver en el mercado iraní.
La normalización de las relaciones entre EEUU e Irán, en otras palabras, es una línea política que tiene objetivos políticos, mediante la cual, se trata de imponer los principios y criterios de Washington.
Relación política, invasión regional
Aunque el secretario de Estado de EEUU sigue manteniendo su contacto con su homólogo persa, el Gobierno de Washington tiene programado aplicar más presión contra los aliados de Teherán. A saber, desde el inicio de la invasión saudí contra territorio yemení, el país norteamericano ha impedido la aprobación de cualquier resolución anti-saudí.
En el caso de Siria, y de forma paralela, los estadounidenses han abordado un nuevo plan que tiene como objetivo ganar la confianza del gobierno ruso, mientras que por otra parte tratan de formar un nuevo patrón conforme a sus intereses.
De mismo modo, Washington incluyó en su lista negra al Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), acusándole de apoyar al terrorismo.
La desintegración de Irak es otro asunto abordado por las autoridades de Washington, mientras que hasta hace poco, los estadounidenses se oponían seriamente con la independencia de los kurdos iraquíes.
En cuanto al caso palestino, el Gobierno de Washington trata de imponer más presiones contra los grupos palestinos de resistencia, una ocasión para que el régimen de Israel siga llevando a cabo más ataques contra la Franja de Gaza y Cisjordania ocupada.
Es evidente que los esfuerzos del país norteamericano para normalizar las relaciones con Irán tienen una relación directa con los planes de Washington para debilitar o limitar a los aliados regionales del país persa. Para cumplir con estas metas, los estadounidenses tienen que allanar el camino para una presencia directa dentro del territorio persa. Cabe mencionar que el Gobierno de Washington viene declarando sus planes de forma explícita y sin reparos dice que "la resistencia de Irán ante las crisis tuvo lugar en unas condiciones que se notaba nuestra ausencia".
Ante esta situación, el Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha afirmado que Irán contrarrestará cualquier intento de EEUU para influir en el país persa con todo su poder.
“Ellos creían que a través del consenso nuclear, el cual aún depende de la aprobación del Congreso estadounidense y del Parlamento (iraní), pueden abrir una vía para influir en Irán, no obstante, nosotros no lo hemos permitido y no lo vamos a permitir (…)”, afirmó.
El Líder ha dejado claro que Irán se opone no solo a la influencia económica de Estados Unidos, sino también a su influencia política y cultural.