Mediante este nuevo enfoque, Ankara ha cambiado aparentemente su política respecto al grupo terrorista de Daesh, no obstante, las operaciones militares del Ejército turco se centran en la práctica a reprimir y limitar a las fuerzas kurdas, en concreto, después de que el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK por sus siglas en kurdo) llevara a cabo supuestos asesinatos. Además de suspender sus negociaciones de paz con el PKK, la principal rama armada de los kurdos, el Gobierno de Ankara ha lanzado duros ataques contra las posiciones de este grupo. Hace dos años, el Gobierno central de Turquía y los kurdos habían anunciado un alto al fuego para iniciar una serie de negociaciones de paz que tenían como objetivo determinar la situación jurídica de los kurdos del país y acabar con las discriminaciones en su contra.
Asimismo, la apertura de una investigación contra el líder del pro-kurdo Partido Democrático del Pueblo (HDP, por sus siglas en turco), Selahattin Demirtaş, es otra prueba de que Ankara ha intensificado sus presiones contra los kurdos en el marco de su nuevo enfoque político. Entre otros objetivos internos y regionales del partido gobernante de Turquía se destacan: poner bajo presión al líder de HDP y anunciar una nueva iniciativa que podría retirar la inmunidad parlamentaria de los diputados de este partido dentro del Parlamento. Al parecer, Ankara ha iniciado una cooperación con la coalición anti-Daesh, pero de forma paralela quiere cumplir otros objetivos.
El Partido Democrático del Pueblo (HDP), que presenta a la mayoría de los kurdos en Turquía, obtuvo un resultado increíble en las elecciones legislativas del pasado mes de junio: 13 de votos y 80 escaños.
Según las estimaciones, el HDP se ha beneficiado del 3 al 3,5 % del voto de los kurdos religiosos que antes votaban al Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP), en el que está afiliado el presidente Recep Tayyip Erdogan. Tras estas elecciones, parece claro que, de cara al futuro, la competencia en torno al voto kurdo entre el HDP y el AKP ha dejado de existir. Para muestra un dato: el año 2011, en Diyarbakir, el AKP obtuvo 6 escaños frente a 5 del HDP, mientras que actualmente no ha obtenido más que 1 frente a los 10 del HDP.
La pérdida de la mayoría absoluta parlamentaria ha sido percibida como un duro golpe para el partido gobernante AKP. Desde el punto de vista de sus líderes, las últimas elecciones deberían haber allanado el camino para cambiar el sistema parlamentario por uno presidencial con el objetivo de fortalecer el dominio regional de Turquía con la mínima tensión interna.
Aunque el AKP continúa siendo el partido más votado, ha retrocedido del 50 al 40,8 %, y no ha logrado obtener los 330 escaños necesarios para llevar la reforma constitucional a referéndum. Peor aún, con los 258 escaños obtenidos tampoco ha logrado alcanzar la mayoría absoluta; es decir, los 276 escaños necesarios para formar un gobierno en solitario, lo que no ocurría desde 2002. Resulta evidente que una parte importante de su electorado ha castigado al AKP por sus tendencias autoritarias, por su discurso tendente a polarizar a la sociedad y por los escándalos de corrupción.
Según los análisis de críticos, Erdogan aspira quedarse en el poder hasta el año 2024, el 100 aniversario de la fundación del país, y así sacar adelante una serie de proyectos controvertidos caracterizados con la idea de neootomanismo.
Se trata de una crisis electoral para el AKP, ya que la pérdida de la mayoría absoluta fue interpretada como un paso en retroceso, pues para dejar atrás su posición pasiva y adoptar una activa, el partido necesitaba cambios.
En este sentido, las operaciones militares y ataques aéreos de Ankara contra las posiciones de PKK y otras fuerzas kurdas presentándoles como una amenaza para la seguridad del país, forman parte de una campaña propagandística que tiene como objetivo repetir las elecciones para reavivar la mayoría absoluta.
Objetivos regionales
Más allá de las ecuaciones políticas internas, hay una motivación más importante para que Ankara haya decidido virar el timón de su política exterior. Durante las últimas semanas, las fuerzas kurdas de Siria habían conseguido numerosas victorias en sus enfrentamientos contra el grupo terrorista de Daesh, de tal manera que dominaban toda la zona fronteriza en el norte del país que incluían las zonas kurdas del país árabe. Esta situación no solo se interpretaba como el debilitamiento de Daesh que es un aliado no oficial del gobierno turco, sino allanaba las condiciones para que los kurdos sirios establecieran su zona autónoma en el norte de Siria. Teniendo en cuenta los lazos históricos entre los kurdos de Turquía y Siria, y la influencia del PKK entre los kurdos del país árabe, Ankara calificó las condiciones como una amenaza y atacó las posiciones kurdas so pretexto de luchar contra Daesh.
Ante esta situación, Ankara buscaba una excusa para llevar a cabo correrías aéreas contra PKK. La creación de una zona de exclusión en el norte de Siria le daría esta oportunidad, pero Washington solamente abogaba por una zona segura, y libre de elementos terroristas en el norte del país árabe.
Estas diferencias en las posturas estratégicas de Washington y Ankara hicieron más complicadas las negociaciones semiconfidenciales que iban desarrollándose entre estos dos Estados teniendo como eje principal la crisis siria. Los turcos exigían que la coalición anti-Daesh desempeñara un papel en la lucha contra el Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad, no obstante, los norteamericanos se oponían a esta demanda e insistían en la necesidad de centrar los ataques solamente contra las posiciones de la banda terrorista.
Sin embargo, las recientes correrías aéreas de la aviación turca contra las posiciones del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK, en kurdo) y Daesh, así como el uso de la aviación estadounidense de la base aérea de Incirlik, en el sur de Turquía, para llevar a cabo operaciones contra el grupo terrorista Daesh, muestran que Washington y Ankara han tomado distancia de las discrepancias y han acercado sus posturas.
Los aviones de combate turcos atacan posiciones de PKK con una intensidad diez veces más en comparación con sus operaciones aéreas contra Daesh, mientras que lanza de vez en cuando ataques contra kurdos sirios. En otras palabras, la creación de una zona segura en el norte de Siria y el traslado de los turkmanos a esta zona, es otra medida encaminada a impedir la creación de una zona autónoma para los kurdos. Los turkmanos de Siria son históricamente aliados del Gobierno de Turquía y cuentan con el apoyo de Ankara.
De mismo modo, Ankara pretende utilizar esa zona para entrenar a los opositores del Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad, para luego crear en la misma localidad un gabinete formado por opositores de Damasco. Naturalmente, desde esta zona es muy fácil suministrar armamentos a grupos opositores de Asad que se encuentran dentro del territorio sirio.
Conclusión
El reciente cambio de enfoque en las políticas exteriores del Gobierno de Ankara, al contrario de lo que pretende (luchar contra Daesh), se centra más en otros tres objetivos: debilitar a los kurdos de Turquía con el objetivo de fortalecer la posición del partido gobernante en el Parlamento y luego facilitar la introducción de cambios dentro de la Constitución; impedir la formación de una nueva estructura política para los kurdos de Siria en el norte del país árabe; y finalmente, derrocar al gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad.
No obstante, este nuevo enfoque ha provocado serios desafíos para la estabilidad y la seguridad del país turco dentro de sus fronteras, pues ha intensificado las tensiones y conflictos entre los kurdos y el gobierno central y ha aumentado las divisiones tribales y nacionales. En tales condiciones, los grupos radiales como Daesh tienen la oportunidad de suministrar sus necesidades aprovechándose de la inestabilidad del país.
Según varios círculos intelectuales turcos, el gobierno de Erdogna disminuirá las tensiones y volverá a sentarse a la mesa de negociaciones de paz con los kurdos, una vez que gane las elecciones y cumpla con sus objetivos. Pero el problema podría ser no vayan las cosas como las prevé el gobierno turco, pues el nivel de la tensión es tan alto que puede llevar al país a un punto fuera de control. También, la postura de Ankara ante Siria y sus kurdos puede intensificar la inestabilidad hasta dentro de las fronteras turcas.