Entre los documentos publicados por Wikileaks se puede ver muchas cartas que embajadores saudíes en diversos países dirigen al Ministerio de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí en las que se habla del pago d sobornos a figuras políticas y mediáticas.
Según un documento, fechado el 17 de marzo del 2012, el embajador saudí en El Líbano, Ali Awad Asiri, pidió al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Saud al-Faisal, que apoyara financieramente al líder del partido Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, debido a sus enfoques antiraníes y sus posturas contra el Movimiento de Resistencia Islámica (Hezbolá). Saud al-Faisal remitió esta carta al fallecido rey saudí, Abdolá bin Abdulaziz Al Saud, en la que propuso que apoyara financieramente a Samir Geagea porque actuaba bajo los órdenes del reino saudí.
De acuerdo con los documentos divulgados por Wikileaks, la familia Al Saud que gobierna el reino rico en petróleo adopta un enfoque sistemático para trasmitir una imagen positiva del país en el escenario internacional. De hecho, Al Saud ha mantenido este enfoque silenciando a los críticos y relacionándose con medios de comunicación influyentes. De acuerdo con estos documentos, Arabia Saudí ha protegido su imagen mediante el control de los medios de comunicación y la compra de figuras mediáticas de Australia y Canadá y de otros lugares del mundo. Entonces, estas figuras recibían los petrodólares de Al Saud para tapar la imagen negativa de Arabia Saudí y su papel en las crisis regionales.
Es una verdad innegable que los pensamientos wahabíes son el principal motivador del terrorismo en la región y que Al Saud ha jugado un papel en la extensión de dichas ideas y, por ende, en el aumento del terrorismo, pero las fuentes mediáticas y aún las organizaciones internacionales lo ignoran fácilmente. Wikileaks reveló la decapitación de más de cien prisioneros saudíes durante el último año y añadió: “Pero la noticia de las decapitaciones no fue publicada en ningún medio de comunicación árabe… incluso los medios internacionales mantuvieron silencio al respecto”.
Arabia Saudí no solo ha cancelado las críticas mediáticas dirigidas en contra de sus beneficios sino que ha pagado a los medios de comunicación árabes y occidentales para crear una imagen negativa de Irán. Durante los últimos tres años, dichos medios han publicado miles de informes y noticias a través de los que tratan de mostrar a los grupos chiíes en Irak y en El Líbano como más peligrosos que EIIL (Daesh en árabe) o Al-Qaeda. También algunas autoridades estadounidenses han admitido lo mencionado abiertamente. Los cables de Wikileaks también demuestran que enfrentar a Irán y a Hezbolá ha sido la principal preocupación de las embajadas saudíes en el mundo. Dichos documentos también arrojan luz sobre los servicios otorgados por políticos, periódicos y responsables mediáticos a la familia corrupta de Al-Saud para ocultar sus actos a favor del terrorismo.
Max Abrahms, prominente analista del Consejo de Relaciones Exteriores estadounidense, criticó la cobertura que han dado algunas agencias a los documentos reveladores de Wikileaks y en su página de Twitter escribió: “Imagínense si los cables diplomáticos revelados hubieran sido iraníes, ¿Cómo reaccionarían los medios de comunicación?”
Los analistas creen que esos cables ilustran la verdadera cara de Arabia Saudí y muestran la parte oscura de las agencias de noticias que aceptan el dinero de un régimen corrupto para cubrir sus actos despreciables. El Dr. Cristopher Davidson, autor del libro Después de los jeques: el colapso de las monarquías del Golfo, escribió en su Twitter: “Después de la publicación de medio millón de cables, tenemos una buena idea para distinguir a los periódicos confiables y los que buscan dinero”. También Naser Ata, del periódico NBC NEWS, escribió: “Los cables saudíes han mostrado que las élites políticas, religiosas y mediáticas árabes se venden cuando ven los cheques saudíes”.