Alwaght- La intervención militar de Arabia Saudí y sus aliados árabes en Yemen, agravó y complicó la crisis política en este país. El régimen de Al Saud, que era conocido durante las últimas décadas por sus políticas conservadoras y prudentes, comenzó una guerra sin precedentes en la historia saudí bajo el liderazgo del joven Mohamad bin Salman Al Saud, el ministro de Defensa e hijo del monarca.
A parte de los resultados y consecuencias de los ataques saudíes contra Yemen, es de suma importancia saber los motivos de esta agresión para conocer mejor la política exterior del régimen saudí. Durante las últimas semanas, las autoridades y analistas cercanos a la monarquía saudí han tratado de justificar las ofensivas aéreas contra Yemen, presentándolas como una reacción lógica a las amenazas serias e inminentes de su vecino sureño. Sin embargo, el análisis de los acontecimientos políticos en Yemen demuestra otra cosa.
En este artículo queremos hablar sobre el hecho de que los ataques militares saudíes contra Yemen, más allá de una defensa ante las amenazas de seguridad es un intento de las autoridades monárquicas para elevar el prestigio nacional de Arabia Saudí a nivel regional e internacional. Este esfuerzo se realiza en contra de las tradicionales políticas conservadoras de los saudíes e ignorando la situación política de Yemen, y solo tiene raíces en las ambiciones de poder de Mohamad bin Salman, el ministro de Defensa más joven del mundo.
El argumento principal de los saudíes para justificar la agresión militar contra su vecino sureño es el dominio del movimiento popular Ansarolá en Yemen, supuestamente con la ayuda de Irán y su posible amenaza para la seguridad del régimen saudí, la región y el estrecho Bab el-Mandeb. En este sentido, hay que tener en cuenta que la crisis política en Yemen se debe mucho más a las fracasadas políticas económicas y al aumento del descontento popular y las disputas internas. Entretanto, las políticas de algunos países árabes de la región como Arabia Saudí han tenido un papel crucial en el comienzo de la actual crisis en Yemen. Tras la revolución del pueblo yemení en el año 2011, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG-integrado por países árabes ribereños al Golfo Pérsico) presentó una iniciativa para frenar las demandas populares.
Por otra parte, Ansarolá, a parte de las buenas relaciones que mantiene con Irán, cuenta con un gran respaldo nacional y decidió entrar activamente en el escenario político de Yemen con el apoyo del Ejército solo después de que fracasaran las políticas del Gobierno respaldados por Riad. Entretanto, Arabia Saudí en lugar de reconocer la popularidad de Ansarolá y tratar de establecer relaciones con este importante elemento político, recurrió a todas las medidas políticas y militares para debilitar a este movimiento, una estrategia que intensificó la crisis en Yemen. Además, el régimen saudí trató de presentar a Ansarolá como una amenaza auténtica, mientras este movimiento optó por una paciencia estratégica y lanzó una respuesta militar contundente a los ataques saudíes, por lo que no es razonable considerar a Ansarolá una amenaza para el fuerte Ejército saudí. Asimismo, Ansarolá tampoco puede suponer una amenaza a la seguridad del estrecho Bab el-Mandeb, mientras esta vía marítima es utilizada diariamente por las potencias navales más grandes del mundo.
Por lo tanto, parece que la decisión de los saudíes para lanzar una intervención militar en Yemen es solo un intento para restaurar la posición regional e internacional de Arabia Saudí. Antes de la agresión militar contra Yemen, Arabia Saudí se conformaba con su posición religiosa y económica, como el mayor exportador del crudo del mundo, para elevar su prestigio nacional, un objetivo que ahora está persiguiendo por medio de aventuras militares.
En otras palabras, las nuevas autoridades saudíes creen que el uso de las herramientas tradicionales ha debilitado la posición del país árabe en la región, por lo que tratan de mostrar su poderío empleando armamentos militares avanzados en los que han gastado miles de millones de dólares. Para su nueva aventura, han elegido a Yemen como un escenario adecuado, donde pueden recibir menos condenas internacionales y tener menos gastos militares.
No obstante, todavía no están claras las graves consecuencias de la injerencia militar saudí en Yemen para ganar prestigio regional. Después de más de 80 días de bombardeos aéreos por parte de Arabia Saudí y sus aliados, cada vez parece mucho más lejos la posibilidad de un cambio político y de seguridad en Yemen. Por otra parte, una intervención militar terrestre en Yemen puede tener resultados reversos para Arabia Saudí. Entretanto, con el paso del tiempo están aumentando las presiones políticas contra los saudíes para poner fin a sus ataques, lo que aleja mucho más al régimen de Al Saud de sus objetivos durante la guerra contra Yemen. Estas circunstancias incluso fortalecen la posibilidad de la caída del prestigio de Arabia Saudí en el mundo. Por último, la intensificación de la crisis en Yemen también puede aumentar a largo plazo las serias amenazas de seguridad contra los líderes del régimen saudí.