Los trabajadores denuncian la «escasa efectividad» de la normativa dado que «permanecen intactos» los riesgos laborales
El 95,8% del personal de enfermería que trabaja en hospitales y el 60,3% de los destinados en los centros de salud sufren accidentes biológicos durante el desarrollo de su actividad laboral . Según puso de relieve ayer la Mesa de la Profesión Enfermera -integrada por el Consejo General de Enfermería y por el Sindicato de Enfermería (Satse)- las lesiones por instrumentos cortopunzantes, como un pinchazo accidental, pueden significar la infección con el virus del VIH, hepatitis B o C, entre los principales riesgos de transmisión. Además, en la manipulación de medicamentos peligrosos, los profesionales pueden desarrollar algún tipo de cáncer o sufrir malformaciones, e incluso abortos en caso de embarazo.
El presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya, aseguró que «el riesgo biológico es la peor amenaza que tenemos en nuestro sistema sanitario, de hecho, la Comisión Europea dice que aproximadamente todos los años se infecta un 35% de los trabajadores de este colectivo con alguna enfermedad». La causa principal de dichas inoculaciones son los pinchazos o cortes, pues favorecen el contagio de muchas enfermedades, entre ellas 20 virus potencialmente mortales.
Ante esta realidad, la Mesa de la Profesión Enfermera creó en 2014 el Observatorio de Bioseguridad para monitorizar el grado de cumplimiento de la normativa existente. Manuel Cascos, presidente del Satse, destacó que «si bien es cierto que ha habido un desarrollo normativo al respecto desde el año 2010, es un hecho que este desarrollo ha sido escasamente efectivo, tanto así que a la fecha permanecen intactos los riesgos que los enfermeros enfrentan diariamente por la falta de medidas de seguridad adoptadas».
Cascos abundó en que «la situación es preocupante, porque entre el 2013 y el 2015 los accidentes cortopunzantes en los enfermeros aumentaron de manera espectacular como consecuencia -a nuestro parecer- de la sobrecarga laboral generada por la falta de profesionales en los centros de trabajo».
El responsable del Satse puso como ejemplo que en la comunidad auónoma de Andalucía «se han entregado cerca de un millón de vacunas por la campaña de la gripe, pero sin dispositivo de seguridad -que viene a cubir la aguja-. Con este escenario existe un millón de posibilidades de que un enfermero se contagie por un pinchazo fortuito».
Falta de notificación
Tras la aprobación de la nueva directiva europea que regula la bioseguridad y que es de obligado cumplimiento desde el año 2013, se ha producido el efecto contrario al pretendido. No solo no se han reducido los accidentes en este ámbito, sino que han aumentado tanto en hospitales como en centros de salud. En concreto, mientras que en 2013 se registraron en hospitales 4.619 accidentes, en 2014 fueron 5.159 y en 2015 se alcanzaron los 5.560. Además, en centros sanitarios en 2013 hubo 98; en 2014, 108 y en 2015, 123.
Pero la cifra real es mayor, según apuntó Rafael López, vicesecretario general del Consejo General de Enfermería, pues «la notificación de accidentes biológicos, es decir el registro de transmisión hecho por el profesional, no se lleva a cabo efectivamente por el sujeto damnificado». «El 32% de los accidentes ocurridos en hospitales y el 24% en los centros de salud no se declaran ante el servicio de prevención, elevando sustancialmente la cifra real de accidentalidad», dijo.
A raíz de estas cifras, los enfermeros subrayaron, la necesidad de monitorizar la vigilancia y control del cumplimiento normativo con el fin de garantizar su seguridad; el desarrollo de un plan estratégico de mejora de las condiciones de seguridad de los enfermeros, con la implicación en primera instancia de los servicios de prevención de los centros sanitarios; y la urgente la elaboración de un macroestudio con el objetivo de constituir un observatorio europeo de bioseguridad para evaluar y coordinar las acciones de mejora entre los países de la Unión Europea.
larioja